En Tabasco, la riqueza petrolera se ha convertido en un lastre, con violencia, contaminación, robo de combustible y crisis económica. Pemex reportó 145 derrames en el mar y 2,270 accidentes en tierra entre 2019 y 2024. El robo de hidrocarburos ha generado violencia y corrupción, con 423 denuncias por tomas clandestinas. La complicidad de trabajadores de Pemex alimenta la impunidad. La falta de vigilancia en la infraestructura petrolera facilita el robo y daña los ecosistemas. El huachicol ha causado derrames devastadores en manglares y terrenos agrícolas, afectando a comunidades locales.
El huachicol contamina el tejido social.
